viernes, 4 de julio de 2014

La playa de Dulcinea 7 –Llueve

La playa de Dulcinea
7 –Llueve
Este calor no es normal, acabamos de empezar el verano y ya estamos asfixiados. Si todo el verano va a ser así muchos no lo superaremos. Me pone de mal humor el exceso de calor, no estoy cómoda con ningún tipo de ropa y nada de lo que hago o tomo me refresca, solo lo consigo al sumergirme en el mar. Aún el agua está fresca.
La playa está a tope, las toallas chocan con otras toallas y los niños perdidos parecen ser de todos. Hay varios veleros fondeados muy cerca de la playa, para mi gusto, demasiado cerca aunque es bonito verlos mecerse en las olas y reflejarse en el mar mientras vemos como sus ocupantes toman el sol en la cubierta, beben o ríen para que todos les oigamos. Cuando se callan se oye el rumor de las olas y el griterío de los chiquillos jugando.
A la hora que entra el Embat, esa brisa fresca que llega a mediodía desde el mar, parece que estamos a punto de sufrir un soponcio si no nos quedamos a remojo, parecemos patos en un estanque; algunos buscan la sombra del edificio alto que da al lateral de la playa y que nos regala un trozo de sombra en el agua desde el mediodía. El aire rola y coge fuerza, algunas sacudidas sorprenden a los árboles y a los bañistas. Me parecen oír truenos lejanos aunque lo relaciono más con los ruidos de una obra cercana que con una tormenta que nos pilla por sorpresa haciendo que la gente hulla de la playa, despavoridos, temiendo el dolor que provocan las gotas de lluvia.  Nos hemos quedado media docena de personas. Miro al cielo gris y doy las gracias al dios de las tormentas que nos está regalando este momento único. Estamos nadando bajo la lluvia, no nos conocemos pero nos miramos y sonreímos disfrutando de este regalo; la temperatura ha bajado y desde arriba de la escalera algunos nos miran asombrados mientras bajo las sombrillas del chiringuito se resguardan las toallas y las bolsas de la playa de los que estamos nadando bajo la lluvia. Es una sensación única, relajante y feliz.
La dueña del bar se toma un café, tranquila, bajo una sombrilla mientras nos mira disfrutar del mejor de todos los baños. A lo lejos el sol se vuelve a abrir entre algunas nubes dibujando oblicuas líneas doradas que caen al mar.

P.D Dedicado a todos los que quieran soñar con un poquito de simple realidad. Un beso. Amaya Puente de Muñozguren. Todos los derechos reservados.


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